Aokigahara, el bosque de los suicidios
Algunos creen que los orígenes de esta siniestra “fama” se remontan al siglo XIX, cuando siguiendo la tradición ubasute, lasfamilias japonesas incapaces de mantener a parientes ancianos o enfermos los abandonaban en el bosque para que murieran allí. Años después, el cine -con cintas como El bosque de los sueños (‘The Sea of Trees’) o El bosque (‘The Forest’)- y diveros libros no han hecho más que hacer aumentar la popularidad de este singular rincón.
Es el caso de la novela Nami No Tou, de Seicho Matsumoto -publicada en los años 60- en la que una pareja de enamorados se suicida en el bosque, o la exitosa obra escrita tres décadas después por Wataru Tsurumi. Con el sugestivo título de El completo manual del suicidio sugiere Aokigahara como uno de los mejores escenarios del mundo donde perder la vida.
El Bosque
Recorrer el parque es toda una experiencia. A sus puertas y en diversos puntos de su interior, el visitante se topa con carteles en los que la Asociación Internacional de Prevención del Suicidio intenta persuadir a los desesperados de que cumplan con su propósito.“Tu vida es un hermoso regalo de tus padres. Por favor piensa en tus padres, hermanos e hijos. No te lo guardes. Habla de tus problemas” rezan algunos de ellos.
Adentrarse en las entrañas de Aokigahara es introducirse en ununiverso de silencio, en un mar de árboles profundo y oscuro, en el que perderse suele convertirse en algo habitual. Aquí resulta difícil orientarse ante la imposibilidad de utilizar brújulas u otros instrumentos destinados a tal fin.
Por ello, no resulta extraño encontrar cintas de colores atadas a los árboles que permiten a los suicidas marcar el camino y despedirse de esta forma del paisaje natural que les rodea - y, según algunos, facilitarles el regreso si deciden desistir en su intento-. La imagen resulta desoladora, como la de su aparcamiento en la que suelen permanecer por largo tiempo vehículos abandonados por quienes finalmente no regresaron.
A pesar de que las autoridades son reacias a facilitar cifras del número de suicidios anuales de Aokigahara, se calcula que superan el centenar. Sus familiares depositan detalles en su recuerdo en el punto en el que perdieron la vida, algo que añade, si cabe, todavía mayor dosis inquietud a los visitantes que osan recorrer este bosque.